Cepillarse los dientes antes de dormir, ducharse todos los días, lavar la ropa que usamos etc son hábitos esenciales para nuestra higiene corporal e influyen directamente en nuestra salud y bienestar. Pero alguna vez has pensado ¿qué pasa con nuestra higiene mental? Muy pocas veces le damos la importancia que se merece.
Olvidamos que nuestros pensamientos y emociones también influyen directamente en nuestra calidad de vida y nos enredamos con pensamientos destructivos que se repiten constantemente, lo cual afecta tu autoestima y confianza.
En este artículo te voy a dar 3 estrategias rápidas para empezar a cuidar tu higiene mental y empezar a superar los pensamientos negativos.
La voz dentro de nuestra cabeza
Hace unas semanas escuché en una charla de Guy Winch en la que contaba la historia de una señora, que después un divorcio no muy amistoso y de muchos años sin pareja, se decidió a rehacer su vida.
Conoció a un hombre por internet. Sus conversaciones eran estupendas, tenían muchas cosas en común y lo más importante es que él parecía muy interesado en conocerla.
Un día por fin quedaron para cenar.
La señora tenía un ejército de hormigas en el estómago de la emoción y los nervios.
Estaba tan entusiasmada que incluso fue a la peluquería, se compró un vestido nuevo y se arreglo con esmero para la cita de esa noche. Cuando llegó al restaurante ahí estaba el esperándola.
Se saludaron y comenzó la velada. Solo unos minutos mas tarde, el hombre se levantó de su silla de repente y con desaire le dijo: –“No estoy interesado, gracias” y se marchó.
La señora se quedo petrificada. Inmediatamente sacó su móvil y llamó a una amiga para contarle lo sucedido.
Por desgracia la amiga no fue muy amable y le dijo: –“¿Qué esperabas? Estás gorda y fea, tienes arrugas y tu vida es aburrida ¿cómo un hombre de éxito como el iba a querer estar contigo?”
Tal vez te sorprende que un amigo te hable de esa manera tan cruel ¿cierto?
Pero aquí viene lo más impactante: esa amiga nunca existió. La señora no llamó a nadie esa noche. Todas esas palabras dolorosas aparecieron en su cabeza y se las dijo ella misma.
A mi también me paso
¿Alguna vez te has parado a pensar como te hablas a ti mismo?, ¿alguna vez te has comportado como tu peor enemigo?
Sin duda todos lo hemos hecho en algún momento. A mi me pasó algo así. Un pensamiento negativo se apodero de mi mente, y se repetía una y otra vez como disco rayado:
«No puedo, nunca voy a encontrar mi camino porque nada se me da bien, no tiene sentido lo que hago»
Primero intenté con todas mis fuerzas enterrarlo y hacer como si nunca hubiera existido pero en cada ocasión revivía agotando poco a poco mi autoestima y confianza.
Me sentía un completo fracaso porque yo misma decidí creer en este pensamiento, y tomarlo como parte de mí. Las cosas se pusieron peor, porque ignorarlo y taparlo con un horario frenético que no me dejara tiempo para pensar en lo mal que estaba mi vida solo lo hizo más fuerte: empece a sentir tristeza, miedo, frustración, ansiedad…
En ocasiones somos nosotros mismos los que estamos machacando nuestra autoestima repitiéndonos esas palabras hirientes.
Además esos pensamientos negativos se convierten en profecías autocumplidas porque los tomamos como verdaderos.
Pensamientos como:
“Estoy hecha una vaca y no soy capaz de bajar de peso” “Soy un fracaso, no sirvo para nada y jamás podré encontrar trabajo” “No quiere estar conmigo porque ya soy vieja, tengo celulitis y soy una mujer muy aburrida” “Claro…nada me sale bien ¿por qué pensé que esta vez sería distinta?” “Olvídalo tú no puedes…. ” “Soy tonta y no hay nada que pueda hacer tengo que aceptarlo”
La buena noticia es que el problema está dentro de nosotros mismos y cambiar ese terrible hábito está en nuestras manos.
Nota importante: Si consideras que tus pensamientos negativos afectan tu vida diaria es mejor que acudas a un profesional para que pueda ayudarte de cerca.
Tu higiene mental también es importante
Hace una semanas, me corte en el dedo índice cortando cebolla. Sí, esos cortes tan desagradables que por alguna razón son un autentico incordio. Por suerte no se trataba de nada grave, pero yo me lo lavé bien y me puse una tirita.
Esta pequeña anécdota me dejó 2 grandes lecciones
1. Tu salud emocional tiene que ser igual de importante que tu salud física. Cuando sentimos dolor en alguna parte del cuerpo, pedimos ayuda de inmediato, queremos saber qué es y solucionar el problema cuanto antes. Pero, cuando algo nos está afectando emocionalmente simplemente lo dejamos pasar. Pocas veces nos detenemos a averiguar por qué tenemos esos pensamientos, y tristemente casi nadie pide ayuda. Piensa en esto - cuando una persona está deprimida o tiene baja autoestima, es normal escuchar comentarios externos o internos como: “el tiempo lo cura todo” , “trata de no pensar en eso”, “déjalo pasar que no es nada grave” Pero si te fracturas una pierna ¿crees que aparecerán los mismos comentarios? Algo así como: “no te preocupes es solo una pierna rota, camina un poco a ver si se te pasa” "No pienses en ello y seguro que desaparece"
¡Por supuesto que no!
Lo cual nos lleva a la segunda lección aprendida:
2. Los pensamientos negativos son una lesión emocional Es curioso como algo que parece tan insignificante (como un pequeño corte en el dedo de la mano) puede afectar toda tu rutina por completo. Esta pequeña lesión afectaba mi manera de coger las cosas, de trabajar, cómo me ponía los zapatos e incluso la forma en la que dormía. Lo mismo pasa con las “lesiones emocionales”, parecen muy insignificantes, pero afectan a todas las áreas de tu vida (incluso sin darte cuenta).
Lesiones emocionales como el fracaso, la soledad, el rechazo o la depresión, también pueden hacerse crónicas si no reciben primeros auxilios y sobretodo si no les damos la atención adecuada. Lo que es aún peor: los pensamientos negativos constantes hacen que cualquier lesión emocional sea mucho más dolorosa. Es como si de repente viendo mi pequeño dedo sangrando decidiera coger un martillo y ponerme a golpearlo. Esto es precisamente lo que hacemos cuando decidimos escuchar y creer nuestros propios pensamientos negativos. Nos hacemos daño en la herida, en vez de ayudarla a sanar.
Origen de los pensamientos negativos
Tener pensamientos negativos es un hábito. El hábito de tener pensamientos negativos recurrentes se le conoce como rumiación. “La rumiación se refiere a la tendencia a pensar de manera repetitiva sobre las causas, factores, y las consecuencias de una experiencia emocional negativa”
La palabra no es nada agradable, literalmente hace referencia a un proceso en el que animales de ganado mastican su alimento, lo tragan, y luego lo regurgitan para volver a masticarlo.
Este proceso facilita la digestión de esos animales, pero sin duda no hace lo mismo para la salud mental de las personas.
La rumiación se convierte en algo realmente problemático si empiezas a pensar constantemente en ese pensamiento que te pone triste o de mal humor. Esto te mantendrá viva la emoción o el sentimiento durante días, meses o de por vida.
Al igual que cualquier otro hábito en tu vida, el hábito de la rumiación se formó con una acción repetida en el tiempo. Por ejemplo, supongamos que tuviste un día horrible porque te despidieron del trabajo. Volviste a casa con todas las emociones revueltas, triste y enfadado al mismo tiempo. En un intento desesperado de encontrar una explicación, te quedaste “masticando” en el sofá tus pensamientos que te llevaron a ponerte la etiqueta de «soy un fracaso» en la frente.
Lo curioso es que el simple hecho de darle una explicación (aunque sea negativa) a tu mente, lograste sentir una especie de alivio temporal.
Esto forma un ciclo que se repite interminablemente formando un hábito destructivo.
3 Estrategias rápidas para superar los pensamientos negativos
Antes de poner en práctica cualquiera de las estrategias, es importante que primero identifiques aquellos pensamientos negativos que están afectando tu vida. Puede ser solo un pensamiento negativo que aparece frecuentemente, o tal vez es más de uno. Lo importante es que seas consciente y te des cuenta de cuando aparecen en tu mente. Mi consejo es que cada vez que lo pienses, lo escribas.
A partír de aquí todo lo demás es pan comido, solo tienes que probar las estrategias y ver cual de ellas te funciona mejor a ti.
1. La estrategia de la desviación
Imagina que tus pensamientos negativos son como un río. Si simplemente intentas parar el cauce de golpe y porrazo construyendo un muro de hormigón, lo más probable es que el río se desborde o que acabe derribando esa pared y ocasionando daños alrededor.
La mejor forma para disminuir la intensidad de ese flujo de agua es simplemente darle una nueva dirección al cauce, abrirle un camino alternativo pero sin intentar detenerlo, simplemente dejar correr el agua en otra dirección.
Y lo mismo haremos con los pensamientos negativos.
No tenemos que ser extremadamente optimistas, pero sí honestos y objetivos. Por ejemplo:
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Pensamiento negativo: “Estoy gorda nada me queda bien”
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Nuevo afluente: “Estoy gorda nada me queda bien pero… ya estoy andando todos los días al trabajo”
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Pensamiento negativo: “Soy un fracasado, jamás conseguiré un trabajo”
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Nueva dirección: “Jamás conseguiré, pero ya he terminado de redactar mi CV”
Cada vez que aparezca este pensamiento negativo, dale una nueva dirección. Si vuelve a aparecer en tu mente, repite el ejercicio. Convierte esta pequeña acción en un hábito saludable y poco a poco tus pensamientos negativos dejarán de ser ríos y se convertirán en pequeños senderos pacíficos.
2. La estrategia de cuestionarte
Esta es sin duda la estrategia más fácil de todas. El objetivo es darte tiempo de pensar el pensamiento negativo (valga la redundancia). Para tener tiempo de verlo objetivamente, cuestionarlo y no tomarlo como verdadero inmediatamente. De esta forma tu pensamiento negativo termina en forma de pregunta y no de enunciado o afirmación.
Por ejemplo:
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Pensamiento negativo: “Estoy hecha una vaca, nada me queda bien”
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Con el signo de interrogación: “en serio nada me queda bien?”
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Pensamiento negativo: “Soy un fracaso y no encontrare nunca trabajo”
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Con el signo de interrogación: “en serio nunca encontrare trabajo?”
Esto te ayuda a analizar tu pensamiento, en vez de solo creerlo a ciegas.
3. La estrategia de la distracción
Esta última estrategia es muy simple, y además está comprobada científicamente. Se ha repetido en muchos estudios científicos dando los mismos buenos resultados.
Dirigir tu atención hacia otra cosa es otra forma de desviar el cauce de ese río contaminado de pensamientos. Por ejemplo:
- Si te estás mirando al espejo y enseguida piensas negativamente sobre “tus grandes caderas” dirige tu atención a tu peinado o a tus bonitos ojos.
- Si tienes un mal día en el trabajo e inmediatamente te culpas a ti mismo pon a todo volumen tu canción favorita.
- Si tuviste una pelea con tu pareja y aparecen comentarios hirientes en tu interior, sal s a darte un paseo o siéntate en el parque a observar la gente que pasa.
Obviamente estos son solo ejemplos, pero el objetivo es desviar tu atención hacia otra cosa que te haga sentir bien y encontrar la salida de emergencia de ese círculo vicioso.
La única regla es que está actividad para distraer tu mente sea 100% saludable, no vale fumar, comer chocolate o recurrir al alcohol.
Mi propósito es ayudarte a que tu vida sea cada día mejor, y por eso te animo a que pongas en práctica por lo menos una de estas estrategias, ¿qué es lo peor que puede pasar? 😉
Para ponértelo aún más fácil te dejo aquí un mini-ebook que te puedes descargar gratuitamente para transformar tu vida en su versión más saludable.
Si todo lo anterior no esta dando resultado, es probable que el problema sea un poco más severo, y por eso es muy importante que consultes a un profesional que te ayude de cerca.
¡Hasta pronto! 👋🏼