Hubo una temporada de mi vida (no hace mucho) en la que no me podía sacar una pregunta de la cabeza, ¿por que recurrimos para todo a la comida?
En nuestra cultura la comida juega un papel muy importante en nuestras vidas, esta siempre presente. La relacionamos con celebraciones, reuniones con amigos, forma parte de nuestra rutina, la utilizamos como recompensa para nuestros logros. Al estar tan accesible y relacionarla con momentos positivos es muy fácil que utilicemos la comida como recurso para solucionar otro tipo de situaciones que no son simplemente nuestro hambre físico.
Cómo nos relacionamos con la comida
Nuestro cerebro y comportamiento funciona, ya desde el principio de los tiempos, con un sistema de recompensa. Es decir, recibes un estimulo (en este caso el hambre), coges comida y te la comes (ese sería tu comportamiento) y te sientes bien (y aquí tienes tu recompensa).
Nuestro cerebro se graba esto a fuego para que la proxima vez que sintamos hambre sepamos como solucionarlo. Y esta es la manera en la que aprendemos que la comida nos hace sentir bien.
Pero, de repente un día te encuentras triste y tu cerebro se acuerda de aquello que le hizo sentir bien. Y como en el caso del hambre, recurre a la comida porque aprendió que esta le hacía sentir bien.
Lo cierto es que en ese preciso momento te sientes mejor, porque la comida tiene un efecto en nuestras hormonas que nos proporciona bienestar, pero en realidad no estas solucionando el problema que tenías; lo que te hacia sentir triste.
Por ello es bueno saber diferenciar el hambre físico del emocional.
Hambre físico
El hambre físico se da por la falta de comida, por no comer en varias horas o por comer de manera insuficiente. El cuerpo empieza a manifestarlo con dolor de cabeza o de estómago, incluso nos puede llegar a provocar el típico mal humor. La solución es comer, nada más y nada menos. Se come, el estómago manda la señal al cerebro de qué hay comida, y problema solucionado. En estos casos, cualquier alimento nos vale, porque lo que necesitamos es calmar esa sensación. El hambre físico aparece poco a poco, requiere cualquier alimento, se para de comer cuando se está satisfecho, no se siente culpa al terminar de comer, ocurre por una necesidad física y las elecciones suelen ser más sanas.
Hambre emocional
Este es más difícil de combatir. Este tipo de hambre hace que tengamos hambre “todo el tiempo” y que nada nos llene, porque el cerebro utiliza la comida para evadir problemas, emociones y pensamientos. Suele darse con atracones, comidas de mala calidad, comer de más o picar entre horas. Se debe hacer tratamiento nutricional y/o psicológico dependiendo de la profundidad del problema. El hambre emocional viene de golpe, se come lo que sea, cuesta más satisfacerse, se siente culpa y suelen ser elecciones menos sanas. Se relaciona con las emociones, como por ejemplo, peleas con la pareja, con la familia, nervios por exámenes, aburrimiento, enojo, tristeza, y hasta felicidad. El ser humano no vive con hambre salvo que no se esté alimentando bien, así que, si te estas alimentado bien "tener hambre siempre" es un gran indicador del hambre emocional.
Cuando aparece el hambre emocional, el cerebro le dice al estómago que no le importa que no tenga hambre, que él toma las decisiones, quiere serotonina. Esta hormona controla nuestro humor y también se asocia al placer. De aquí salen esos cambios de humor constantes cuando estamos a dieta. Cuando uno sabe que puede comer de todo en porciones normales, el deseo por la comida baja. A veces se suele pensar que la comida es adictiva, pero no es así, en general son las emociones lo que hace que uno quiera comer de más. Es la relación que tiene la persona con la comida.
Como controlar el hambre emocional
Primero de todo, quiero aclarar que no creo que el hambre emocional sea mala. Como siempre digo hay que encontrar el equilibrio en las cosas, si un dia estas más nerviosa y te quieres comer un trozo de chocolate, adelante si eso te va a calmar. Creo que al hambre emocional hay que ponerle solución cuando pueda estar afectando a nuestra relación con la comida y sea el único recurso que utilicemos para gestionar nuestras emociones o empiece a ser recurrente. Aquí te muestro los pasos para poder identificar y solucionar el hambre emocional.
1. Identificarlo: creo que te he dado herramientas de sobra para identificar el hambre emocional pero te voy a dar una más. La teoría está muy bien, pero necesitamos ser capaces de llevarlo a la practica y esta herramienta es muy practica. Cuando te entre hambre simplemente pregúntate si te comerías una manzana. Si es así, adelante, cometela. Si no te apetece esa manzana y lo que quieres son comidas más caloricas o alimentos en particular puedes estar ante hambre emocional. Simplemente exploralo.
2. Cambia tu foco: Distraerte no va a solucionar el hambre emocional pero nos va a dar la perspectiva para poder solucionarlo. Se puede aprender a controlar los picos de ansiedad distrayéndose, haciendo algo que no sea ir a la cocina, al supermercado, con métodos de relajación etc pero la realidad es que mientras no arreglemos lo que nos provoca esa ansiedad seguiremos luchando siempre. El truco esta en distraerte para poder salir de ese pensamiento de "quiero comida ya". Una vez estes en un lugar más tranquilo es donde haremos la magia. Lo que me lleva al tercer paso.
3. Analiza tus emociones: Una vez que hayas podido cambiar tu foco, ya estas listo para mirar hacia atrás y reflexionar sobre lo que en realidad estaba detrás del hambre. Qué emoción sentías y por qué la estabas sintiendo y trabajar en gestionarla de una manera más saludable. Si es aburrimiento, igual tienes que darle un repaso a tus hobbies, si es ansiedad encontrar lo que te la está causando para ponerle remedio y así con la tristeza, la ira el asco… cualquier emoción.
Te dejo a continuación un libro que a mi me ayudó mucho a entender el hambre emocional y la psicología que hay detrás de la comida.
Hasta pronto 👋🏼