1. Trabaja tu autoestima

Parte del proceso para eliminar la ansiedad por comer es trabajar tu valoración personal y la percepción que haces y tienes sobre ti. Cuanto más aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo, más seguros y satisfechos nos sentimos, de esta forma, aumenta el control sobre nuestra vida y mejora también nuestra fuerza de voluntad, aceptación, autoconocimiento, y así automáticamente las decisiones que tomamos son más conscientes y enfocadas a nuestro bienestar.

2. Identifica las situaciones en las que tienes ansiedad

Localiza los momentos en los que aparece la necesidad de comer y antes de ir directo a la nevera hazte las siguientes preguntas:

  • ¿Por qué tengo ansiedad realmente?
  • ¿Qué necesitaba en lugar de comer?
  • ¿Para qué como? ¿Qué sentimiento me provoca?
  • ¿Cuál es la alternativa?

Seguramente comprobarás que tu visita a la cocina coincide con momentos de estrés y exceso de preocupación; estrés laboral, una mala noticia, una discusión, cambios hormonales propios del ciclo menstrual en la mujer… Si somos capaces de detectar los momentos en los que esta sensación aparece, y que es lo que realmente nos hace falta, nos será mucho más fácil preverlos y elaborar estrategias que nos ayuden a evitar la compulsión de comer.

3. Relájate

Practica ejercicios y técnicas de relajación de forma habitual, así disminuirás la tensión acumulada durante la jornada, lo que te ayudará a calmar tu estado de ánimo y quitar la ansiedad.

Hay muchas formas de relajarse, así como disciplinas que practicar con el mismo objetivo. Yoga, Pilates, mindfulness, meditación etc. Encuentra la tuya e intenta reservar un momento del día para practicarla.

4. Busca otro tipo de recompensas

Muchas veces asociamos la comida con ciertas situaciones o emociones como el aburrimiento o llegar a casa después del trabajo y lo hemos convertido en hábitos.

Piensa en actividades que te llenen y te satisfagan de forma similar, pero sin las consecuencias negativas de comer compulsivamente y sustitúyelas. Por ejemplo, si te encanta leer sustituye esos momentos de descontrol por leer una página de tu libro favorito.

5. Duerme bien

No dormir las suficientes horas hace que estemos más cansados e irascibles, también tiene un efecto directo sobre nuestro organismo y aumenta los niveles de hambre.

A menudo se confunde la fatiga con el hambre, con lo que dormir poco o mal te llevará más veces a la nevera.

6. Realiza ejercicio físico

El ejercicio físico nos ayuda a aumentar los niveles de dopamina (del mismo modo que ocurre cuando comemos) y relaja la tensión acumulada, por lo que es un aliado esencial a la hora de disminuir los niveles de ansiedad, estrés y tensión.

7. Cuida la dieta

  • Bebe más agua: es más común de lo que crees confundir la sed con el hambre. Si te mantienes hidratado tu cuerpo no se confundirá.
  • Come despacio: disfruta del momento de comer, no tengas prisa y come calmado, de esta forma le harás un gran favor a tu estómago y a tu salud en todos los sentidos. Tendrás mejores digestiones y aumentará también la sensación de saciedad tras la comida.
  • Reduce el azúcar de tu dieta: los alimentos y productos con altos niveles de azúcar sacian a corto plazo, pero esta sensación desaparece rápidamente. Por el contrario, los alimentos ricos en proteínas nos sacian durante más tiempo y son más sanos.
  • Añade más fibra a tu dieta: como en el punto anterior, los alimentos ricos en fibra también harán que te sientas más saciado y de esta forma reducen la ansiedad y el hambre. Come pan integral, pasta integral, más legumbres, frutos secos y arroz integral.

Si no sabes por dónde empezar, aquí te dejo la guía que a mi me ayudo para empezar a mejorar tu estilo de vida y a entender la ansiedad por la comida. Me dió paz mental comprobar que no era la única que tenía ansiedad y que incluso había gente que escribia libros sobre ello.

Por último, si notas que el problema persiste pide ayuda psicológica y/o nutricional, confía en expertos que puedan guiarte y ayudarte a mejorar.

¡Hasta pronto! 😋